8 nov 2011

Causas del dólar, la inflación y los precios

Permítaseme como profano observador realizar elucubraciones al respecto, complementando el menu ofertado a diario por economistas de acreditados desaciertos y presunciones nunca concretadas.

Esta perenne historia es cuento viejo; se ha dado siempre no importa si es 0.8x1, 1x1, 3x1, 4x1 o el valor que sea por un dólar, o si las tasas son 14% anual o 200% mensual, o si la inflación es de un dígito o de tres.

Desde hace mucho tiempo la práctica nos enseñó que el ambiente financiero, económico y empresario siempre busca la manera de inclinar las relaciones entre precios, dólar, intereses y ganancias como mejor le convenga en cada circunstancia, y que siempre por algún lado se cobra los beneficios.

Han tratado de convencernos de que la inflación es causa de la desconfianza, pero la realidad nos demuestra que es exactamente a la inversa: la desconfianza es el primer efecto que surge del movimiento causal de las otras variables, las que son movidas por intereses privados concretos y no por azar, dudas sobre el futuro o por motivos reales.

No hay otra manera de explicar, salvo que haya Nostradamus por doquier en el país, que algunas empresas anuncien la suba de precios de materias primas clave como los metales, los materiales de construcción o alimentos, hasta con un mes de anticipación.

Empresas nacionales beneficiadas con subsidios aumentaron 100% los valores del mismo producto en dólares de manera gradual, pero firme y en relativamente poco tiempo.

Cuando ven subir los salarios, aumentan sus precios, impidiendo que realmente la población se beneficie de tal medida con un mayor poder adquisitivo, mientras salen a reclamar por la inflación que ellos mismos generan.

Cuando las tasas de interés bajan, buscan dolarizar todo lo que puedan provocando mayor demanda verde, intentando forzar la suba de la cotización anunciando retraso cambiario, desmantelando el sistema crediticio.

Si el dólar es estable, suben los precios en esa moneda y pregonan la baja competitividad.

Siempre independientemente de todo lo demás, todos los dólares que pueden los mandan al exterior, salvo honrosas excepciones.

Mientras tanto, ahora el pais sigue andando y consumiendo, pase lo que pase; ésa es la mayor prueba de que los intentos de cambiar la realidad han pasado a ser solamente eso: intentos.

Cualquier consumidor aprecia el reducido tamaño de los envases de los últimos años.

Las modificaciones de precios y servicios siguen una misma regla: provienen de muy pocas fuentes, generalmente sin sustento lógico, al menos para los que no pertenecen a ellas.

Tan ilógico como lo son los bajos salarios en dólares de la peonada rural, mientras todos los demás involucrados disfrutan de los verdes beneficios de la sojización y sus bien caros insumos agrotóxicos.

Es la misma excentricidad que se vislumbra en los precios de muchas propiedades, que cuestan lo mismo que una camioneta nueva, o desigualdades en el valor del metro de terreno y/o construcción que hacen dudar al mejor tasador, pero cuando se pretende frenar la extranjerización las quejas saltan por doquier.

La inquietud por el dólar debería centrarse en su escaso respaldo y poderío, dado el déficit inagotable de EEUU y las incertidumbres que éste produce en el primer mercado del mundo, China, por ser el principal acreedor en esa moneda, cuestión que ha llevado a pocos promocionados, pero no por ello menos reales, intentos de encontrar un nuevo símbolo monetario de intercambio internacional, nada mas y nada menos.

Jamás en la historia argentina se han visto tantas presiones ejercidas dentro de un marco que comprende, al mismo tiempo, un balance comercial positivo, las cuentas fiscales jugosas, reservas aceptables, una relación deuda/pbi mínima y crecimiento económico. La inédita falta de motivos reales, nos obliga a reflexionar de inédita manera.

Las variables económicas y financieras del país en algún momento deberán dejar de parecer un globo inflado con rótulos equidistantes de inflación, dólar y precios, los que al resultar oprimidos de un lado se ven agrandados del otro; es momento de dejar que el globo torme su forma natural sin las acostumbradas presiones privadas y se acomode en todos los sentidos.

En mi humilde y poco sabia opinión, a la famosa pseudocultura argenta de la trilogía dólar, inflación y precios, habría que atacarla geográfica y focalmente en algunos pocos centros urbanos, financieros y empresarios, especializados en el apriete especulativo y el interesado dateo, es decir, en el núcleo mismo del problema; la solución es así de sencilla.

17 mar 2011

Corpo Nuclear

LA CORPORACION NUCLEAR EMBISTE

La Corporación nuclear es muy poderosa y cínica. Tanto como para decir por todos lo medios posibles que un reactor nuclear que todos vimos explotar es imposible que explote. ¿Hay algo en el universo conocido que no pueda explotar bajo ciertas condiciones? No me parece. Que la radiación nociva o intolerable para un ser humano tenga variaciones desde unos pocos mili, hasta unos cuantas decenas o cientos o miles de la misma cosa, tampoco.

Walter C. Patterson escribio allá por los setenta que usar energia nuclear para calentar agua era un despropósito comparable al de usar una motosierra para cortar una rebanada de manteca. Muy acertado.

Que si no fuera por el terremoto y el tsunami nada habría pasado es una especulación por lo menos falaz, dados los antecedentes de todos los supuestos accidentes previos.

Lo que no puede reconocer la corpo nuclear es que el manejo de tal tecnología está en el límite de lo que el ser humano puede hacer de manera acertada, confiable y controlada.

De allí debe venir la idea de exponer públicamente, y como evidencia, que muchos doctores en física de los organismos de control, son los mismos que trabajan para las corporaciones privadas nucleares determinando cuando donde y como instalar centrales por todo el planeta.

Vanagloriar que Japón es un país serio, responsable, que la cultura nipona es diferente y superior, que manejan la tecnología a un nivel perfecto e inalcanzable, no alcanza para evitar que veamos esos edificios costeros en las zonas de mayor inestabilidad tectónica del planeta erigidos de manera desafiante, inexpugnable, casi como retando a la naturaleza a que muestre sus mejores armas. Y por cierto que la naturaleza las mostró.

Como si Chernobyl no hubiera pasado, como si Three Miles Island, Hiroshima y Nagasaki fueran solo un lugar más, siguen con la misma retórica. Es entendible para quien estudió y vive de la corpo nuclear que la quiera defender, pero lo mínimo exigible sería que sean honestos consigo mismos solamente por este momento en que las evidencias son contundentes.

Ninguno de los acérrimos defensores de la corpo nuclear iría ahora mismo a tocar alguno de los reactores de Fukushima; ni siquiera se arrimaría al poblado mas cercano, pero mientras tanto aseguran que los niveles de radiación en la zona son como si te hubieras hecho una tomografía.
Encima tildan de histéricos a estudiosos del tema, y que son quienes verdaderamente exponen la realidad, con un desparpajo atroz.

Y para coronar la idea, ahora exponen números de las necesidades energéticas globales para demostrar la conveniencia y necesidad de la existencia de su corpo nuclear, por ser mas eficiente y linpia que todas las demás fuentes de energía.

En el contexto actual de arreglos entre corporaciones y gobiernos que favorecen las megaobras para surtir de energía al planeta, queda descartado lo principal: la salud del ser humano como objeto requiriente.

Un cambio en el pardigma energético es inminente: las fuentes solares y eólicas a bajo costo implementadas en cada hogar son suficientes, baratas, limpias, eficientes y de poco mantenimiento como para abastecer a los individuos sin riesgos para su salud. Claro que tienen una gran contra: eliminan los intermediarios entre las corporaciones nucleares y del petróleo y los estados, sus principales socios.

La energía hidroeléctrica, mareomotriz y geotérmica también poseen atributos excepcionales para uso industrial, pero ya casi no pueden resistir el embate de las corpos nucleares.

Y en medio del atolladero energético, reflorecen los amantes del uso del suelo para cultivar alimentos como combustibles, como si fuera mas importante mover una máquina que alimentar a una persona.

No se trata de profesías mayas, ni apocalipsis del 2012.

Si no hay toma de conciencia de qué es lo realmente importante, y se redireccionan los recursos hacia quienes verdaderamente los necesitan a la vez que se cuida su salud, la autodestrucción de la humanidad es solo cuestión de tiempo.