28 nov 2008

La Pertenencia

Pertenecer tiene sus privilegios, dice una propaganda consumista.

Pertenecer tiene tambien sus desventajas, agregaria.

Formar parte de, ser integrante de, estar inmerso en.

Todas formas de autoasimilacion, o de inclusion subjetiva por parte de los observadores externos.

No siempre la pertenencia significa una valorizacion positiva por parte del sujeto de aquello que integra; se puede pertenecer sin pretenderlo, o se puede pertenecer a pesar del contenedor.

Ultimamente en politica se ven casos ejemplares de esto: llegar a una posicion, por ejemplo una banca de representacion por pertenencia a un partido o a una plataforma, y a poco tiempo de hacer uso del privilegio obtenido gracias al conjunto, correrse a un costado diferente pero sin abandonar el sitio conseguido; solo un pequeño y sutil desplazamiento.

¿Que etica seria la que sustenta el corrimiento o abandono, y dejar de pertenecer por un lado, pero sin dejar el espacio conseguido gracias a esa misma pertenencia?

¿No se deberia en ese caso tambien dejar de pertenecer al sitio obtenido gracias a la ex pertenencia?

En Argentina no se votan personas, se votan ideas a traves de partidos y listas, por lo menos es lo que aparenta pasar y creemos que pasa.

Si votaramos personas en lugar de ideas o partidos o listas, quizas seria diferente, solo que actualmente todo el sistema esta basado en agrupaciones y no en ciudadanos individuales.

Es inconcebible que no exista un mecanismo regulatorio logico y taxativo para evitar esto en los asuntos publicos o del estado.

Al dejar de pensar como el conjunto del que una persona formo parte, al punto de hacer publica su decision de autoexclusion, deberia retirarse de la representacion publica obtenida, pues ya no forma parte de ella y deberia comenzar nuevamente todo el camino para ver si, dentro de su nuevo espacio de pertenencia, la gente le otorga otra vez un voto de confianza publico.

Lo triste es que esta clase de actitudes solo generan por parte de algunos el calificativo de traidor y hasta ahi llega la cosa, manteniendo el puesto publico de manera ya casi desvergonzada el sujeto ex-perteneciente pero aun perteneciente.

La excusa de la continuidad de la pertenencia, por ejemplo al partido J, a pesar del desacuerdo con la lista J1 que lo llevo a su banca o al ejecutivo, obliga a pensar que hubieran decidido los electores si su participacion publica previa hubiera sido por la lista J99, que es la que adhiere luego de que su lista gano.

El egoismo de que nadie ocupe el lugar dejado, y que verdaderamente le corresponde a otro de acuerdo al sistema, tambien muestra la escasa conciencia moral por lo publico.

Reglas de juego poco claras, o de facil transgresion.

Peor aun, quizas tambien se corren de su puesto electo a un espacio etereo, indefinido politicamente.

Cabe preguntarse: ¿a esa lista eventual sin denominacion y sin plataforma quien la voto?

¿Por que hay un sujeto sentado alli de nula representacion?

A veces parece que la democracia solo es el gobierno de algunos politicos, no del pueblo elector de sus representantes.

La renuncia tambien es un acto de coherencia, entereza, valentia y honor, sobre todo cuando a uno no se la piden.

Tambien esta la pertenencia no aplicada, por llamarla de alguna manera: son aquellos representantes de partidos politicos que provienen de las provincias con mayor desigualdad social, que durante años vienen cumpliendo funciones de empleado publico representando a su pueblo, y el mismo no logra salir del estado permanente en que se encuentra.

Varios de ellos distraen a todos con grandes diatribas politicas denunciando y oponiendose, en lugar de crear soluciones y aportar ideas, o al menos generar acciones beneficas concretas para sus olvidados coterraneos.

Son los maximos exponentes de la pertenencia virtual, modalidad politica bien argentina, y bien dañina.